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CONSEJO FARMACÉUTICO DEL MES

¿Se puede suplementar el colágeno con una dieta variada?

¿Se puede suplementar el colágeno con una dieta variada?

  Seguro que vosotros también os lo habréis preguntado: si los yogures contienen probióticos (si hacemos caso a los anuncios -mala idea-, por millones), ¿por qué tomarlos en una cápsula insípida en lugar de cogerlos de la nevera y pulimentar un par de tapas con la lengua? (En serio, no disimuléis. Todos lo hacemos)

  Recordemos, antes de continuar, que los probióticos son como los diminutos: pequeños seres bondadosos que están viviendo con nosotros a los que -seguro- no verás (mejor, porque las bacterias no se distinguen por su belleza). Son, por tanto, microscópicos, beneficiosos y, lo más importante, están vivos. Y, como todo ser vivo, necesita ciertas condiciones para sobrevivir.

  Por lo tanto, si descartamos la posibilidad de que las pérfidas farmacéuticas dediquen millones a I+D para encontrar formas siempre nuevas de dejar sin sabor nuestras vidas, podemos empezar a sospechar que la leche fermentada transportada en camiones y almacenada en el supermercado y más tarde en nuestra nevera, envuelta en plástico, no es el mejor entorno para la conservación de los probióticos.

  Una vez fundada la sospecha, falta el argumento: lo importante no es la cantidad de probióticos que un alimento -o una cápsula- afirme contener, sino (aparte de que estos sean de las cepas adecuadas) cuántos llegan vivos y activos a donde deben (habitualmente, el intestino).   

Ahora -disculpad el rodeo-, ya podemos ir al grano: ¿qué pasa con el colágeno? Al ser una proteína en lugar de un bichito, podríamos pensar, ¿por qué no habríamos de poder ingerirlo naturalmente, cuando naturalmente quiere decir comiendo algún manjar rico en proteína de colágeno?

  Resulta, sin embargo, que el caso del colágeno es similar al de los probióticos: sí, puede suplementarse, pero no es muy realista hacerlo de forma eficaz por diversas razones.

  En primer lugar, para conseguir el colágeno a través de la dieta deben ser alimentos ricos en colágeno (de origen animal) con cocciones largas y lentas como podría ser un caldo de huesos o de espinas. Eso conlleva muchas horas de preparación y, sobre todo, un aporte calórico que, ingerido a diario, sería contraproducente para nuestra salud.

  En segundo lugar, pero no menos importante: el colágeno que consigamos a partir de esta elaboración, debido a las largas cocciones se desnaturaliza (pierde su forma original) y además no está hidrolizado (¿recuerdas el post que explicamos qué era "hidrolizado"?). También podríamos comernos un buen filete con el fin de ingerir colágeno, pero volvemos al primer punto: ¿cuántos filetes al día deberíamos consumir para poder asimilar una cantidad digna de colágeno? Muchos más de los que un nivel que no sea muy peligroso de ácido úrico hace recomendable. Simplemente, siguiendo este tipo de dieta para conseguir colágeno, dejaríamos de lado por completo cualquier posibilidad de llevar una dieta variada y equilibrada.

  En tercer lugar, porque se ha extendido en los últimos años un error de concepto sobre las bondades de una dieta (¿hemos dicho una? las mil dietas y una dieta) sana: es cierto que una dieta saludable, hecha hábito, mejora de forma notoria nuestra salud y, sobre todo, tiene efectos preventivos sobre todo a largo plazo, pero raramente un cambio de hábitos alimenticios puede revertir un cambio ya dado en nuestro organismo, como la tendencia a producir cada vez menos colágeno a partir de la veintena. Así que cuando se te antoje un buen solomillo o unos mejores pies de cerdo y vuelvas a usar el colágeno como argumento para defender tu apetencia, en adelante no podrás engañarte a ti mismo (¡de nada!)

  Ahondando un poco más en este asunto, hay que recalcar que un suplemento de colágeno tiene sentido en casos concretos: personas a partir de los 40 años, cuando la pérdida de colágeno empieza a ser notoria, o personas con alta actividad física, a fin de conservar y aumentar la masa muscular.

  Hasta aquí todo claro (esperamos), pero ¿cómo se obtiene el colágeno que me tomo en polvo o pastillas? El colágeno se obtiene de tejidos de animales ricos en esta proteína, como pieles, huesos, articulaciones, escamas o espinas de pescado (colágeno marino). En concreto uno de los de mayor calidad se obtiene a partir de huesos y articulaciones del cerdo, procedente de la misma cadena destinada al consumo humano. Una vez en la planta lo que se hace para conseguir el colágeno es algo parecido al caldo que hacemos en casa pero a escala industrial y sometiéndolo a procesos más complejos como la hidrolización.

  En definitiva, si estás pensando en tomar colágeno y formas parte de un sector de población que por edad o actividad lo necesita, lo mejor es que lo obtengas a través de un complemento alimenticio. Eso sí -la peor noticia para el final, ¡de nada otra vez!-, en ningún caso tomar suplementos de colágeno reemplaza una dieta equilibrada ni un estilo de vida saludable, así que no, tampoco puedes usarlo como argumento para aumentar las horas de sofá o el consumo de bombones. ¡Se siente!

¡Gracias por leernos!  

 

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