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¿Cuáles son los síntomas de un ictus?

Conoce los síntomas y causas del ictus o accidente cerebrovascular

¿Cuáles son los síntomas de un ictus?

Un ictus es un trastorno cerebrovascular. Consiste en una interrupción del riego sanguíneo en una parte del cerebro. Esto puede ser debido a que se ha producido un taponamiento en una arteria o vena cerebral a causa de un coágulo o bien a una hemorragia.

Se calcula que una de cada 6 personas lo sufrirán a lo largo de su vida. De hecho, en España se produce un ictus cada 6 minutos. Si no se detecta a tiempo, sus consecuencias pueden ser muy graves e incluso puede ocasionar la muerte.

A continuación, vamos a describir en qué consiste exactamente y cuáles son sus síntomas, así como su tratamiento y posterior recuperación. También hablaremos de sus posibles secuelas, sobre todo problemas psicomotrices.

¿Qué es un ictus?

Básicamente, es la interrupción de la circulación de la sangre en una determinada zona del cerebro. Esto origina una falta de suministro de oxígeno a las neuronas, que acaban muriendo. Podemos clasificarlo en:

  • Isquémico. Representa el 85 % de los casos. Es debido a una obstrucción de una vena o arteria por un trombo que impide la llegada del riego sanguíneo a diferentes zonas de la cabeza.

  • Hemorrágico. Sucede en el 15 % restante. Está desencadenado por la rotura de un vaso sanguíneo, que provoca una pérdida de sangre y ocasiona un edema. Este puede comprimir diferentes partes del cerebro.

Síntomas de un ictus

Dependiendo de la zona del cerebro que se haya quedado sin riego sanguíneo, los síntomas podrán variar. Cada región cerebral coordina funciones específicas, como el habla, la memoria o el equilibrio, entre otras. No obstante, hay algunos síntomas que suelen ser comunes y que nos pueden poner en aviso de que algo no va bien.

  • Pérdida de fuerza o sensibilidad en un determinado lado del cuerpo.

  • Dificultades para andar o pérdida de equilibrio.

  • El habla es dificultosa. Cuesta mantener una conversación.

  • Se pierde la visión de un ojo o de parte del campo visual.

  • Puede aparecer un repentino e intenso dolor de cabeza.

Es muy importante actuar con la máxima rapidez ante la mínima certeza de sufrirlo. Una atención médica a tiempo puede evitar secuelas e incluso la muerte. Se calcula que cada minuto que pasa después de padecerlo se pierden aproximadamente 2 millones de neuronas.

Causas de un accidente cerebrovascular

En función de si se ha sufrido un infarto o una hemorragia cerebral, las causas serán diferentes. A continuación, las nombramos.

  • Arteriosclerosis. Esta enfermedad ocasiona un endurecimiento de las arterias. También se acumulan placas de colesterol en sus paredes, lo que acaba dificultando la circulación de la sangre. Esto puede ocasionar la formación de trombos en diferentes partes del cuerpo, que pueden llegar al cerebro.

  • Factor cardioembólico. Las arritmias y la fibrilación auricular pueden provocar coágulos que acaben llegando a la cabeza a través de la circulación causando un ictus.

  • Trombosis venosa. Es la oclusión de una vena cerebral a causa de un coágulo.

  • Causa indeterminada. Pese a la realización de estudios, no se puede determinar una causa concreta.

Una hemorragia cerebral puede ser debida, por ejemplo, a:

  • Tensión arterial alta. Esta enfermedad puede provocar a la larga roturas de los vasos sanguíneos. Normalmente, aparecen en zonas profundas del cerebro.

  • Malformaciones en vasos vasculares. Una malformación puede acabar ocasionando su ruptura en un determinado momento, con las consecuencias que ello comporta.

Factores de riesgo de un ictus

Aunque no tiene una causa específica, hay circunstancias que provocan más posibilidades de que lo suframos. Las más destacadas son:

  • Edad. A medida que nos vamos haciendo mayores, el riesgo de sufrirlo aumenta. A partir de los 55 años de edad, el riesgo se dobla cada 10 años.

  • Hipertensión arterial. Favorece la aparición tanto de infartos como de hemorragias cerebrales.

  • Diabetes. Puede incrementar el riesgo de sufrir un ictus hasta 6 veces. Si se combina con la tensión arterial alta, el resultado puede ser muy peligroso para nuestra salud.

  • Vida sedentaria. Un estilo de vida con apenas actividad física aumenta la probabilidad de que lo padezcamos.

  • Ser obeso. Un exceso de peso, sobre todo a nivel abdominal, acentúa la posibilidad de sufrirlo.

  • Consumo de tabaco, alcohol, drogas. Si abusamos de substancias tóxicas, incrementamos considerablemente la probabilidad de tener hemorragias cerebrales.

  • Colesterol elevado. La hipercolesterolemia dificulta la fluidez de la sangre, que puede acabar formando trombos.

  • Antecedentes familiares. En caso de que algún pariente nuestro lo haya sufrido, corremos un riesgo mayor de sufrirlo.

¿Cómo es la recuperación?

En función del tipo de ictus se establece un tipo de tratamiento médico u otro.

A través de una serie de pruebas, como pueden ser un TAC o una resonancia magnética, se determina la clase de ictus y su posterior enfoque.

En los que son de origen isquémico lo primero que se hace es intentar reestablecer el riego sanguíneo en la zona afectada. Cada instante que pasa ocasiona la muerte de neuronas con consecuencias fatales. Se administran fármacos cuya función es la disolución del trombo. En caso de que se hayan obstruido arterias grandes puede ser necesaria la intervención de un catéter a través de la ingle que permita llegar a la arteria cerebral obstruida para, posteriormente, extraer el coágulo.

Aparte, se hará un seguimiento de otros factores de riesgo como la tensión arterial o los niveles de glucosa en sangre. Se proporcionará la medicación necesaria para tenerlos bajo control.

En los ictus hemorrágicos puede ser necesaria la intervención quirúrgica para poder tratar los vasos dañados. También para extraer la acumulación de sangre que puede causar presión en los tejidos cerebrales.

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Problemas psicomotrices derivados de un ictus

Como hemos visto, las consecuencias de sufrir un accidente cerebrovascular pueden ser fatales. De hecho, una tercera parte de las personas que lo sufren mueren. Otra tercera parte evoluciona satisfactoriamente y el resto arrastra secuelas graves.

Las secuelas, básicamente, se miden en función de la zona y cantidad de cerebro que haya quedado afectada. Un factor a tener en cuenta es la edad del paciente, ya que los individuos más jóvenes tienen una evolución mucho más favorable. Si el paciente ha tenido un estilo de vida saludable, tendrá muchas más posibilidades de superarlo satisfactoriamente.

No obstante, algunas de las secuelas que pueden arrastrar las personas son:

  • Falta de coordinación y pérdida de fuerza. Les cuesta mover su cuerpo de una forma ordenada y evidentemente acusan una disminución de su fortaleza muscular.

  • Mayor tendencia a caerse. Debido a esta falta de coordinación y a que el sentido del equilibrio puede estar afectado, tienen un mayor riesgo de sufrir caídas.

  • Pierden la visión de la mitad de su campo visual.

  • Dificultad en el lenguaje. Tienen dificultades para expresarse y mantener conversaciones.

  • Se sienten hormigueos o una pérdida de la sensibilidad. Puede ser que no sientan el frío o el calor con la misma intensidad que antes del ictus, por ejemplo.

  • Puede haber problemas en la deglución de alimentos. En determinados casos se requiere un cambio en la dieta para evitar el riesgo de posibles atragantamientos.

  • Pérdidas de orina. No se controlan adecuadamente los esfínteres.

  • Daño cognitivo. El paciente tiene pérdidas de memoria, dificultad para concentrarse o planificar tareas.

Dependiendo de la gravedad de las lesiones sufridas, así como si se ha cogido a tiempo a la persona, la recuperación será mucho más rápida y segura. No obstante, muchas veces arrastran secuelas el resto de su vida.

Los tratamientos se enfocan en ayudar a la persona a recuperar su autonomía y mejorar su autoestima. Normalmente se trabaja con logopedas, fisioterapeutas u otros profesionales que se encargan de favorecer la recuperación paulatina de las funciones perdidas. Siempre dentro de las posibilidades que el tratamiento permita.

¿Cómo mejorar el riego sanguíneo?

Un ictus es una enfermedad grave con una tasa alta de mortalidad. En caso de supervivencia se pueden arrastrar secuelas que cambien de manera radical la vida de la persona que lo ha sufrido.

No obstante, hay una serie de pautas que pueden prevenir su aparición.

  • Tener una alimentación variada rica en frutas y verduras. Hemos de evitar los alimentos ricos en grasas que pueden subir los niveles de colesterol. Es preferible no consumir sal para prevenir una tensión arterial alta.

  • Realizar actividad física. El deporte mejora la salud del sistema cardiovascular y la circulación sanguínea. Por otra parte, ayuda a controlar el peso, lo que aleja la posibilidad de sufrir obesidad, que es un factor de riesgo.

  • Evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas. Las sustancias tóxicas pueden aumentar considerablemente el riesgo de sufrir un ictus. Hemos de evitarlas.

  • Puede ser necesario administrar fármacos antiagregantes plaquetarios o anticoagulantes, ya que evitan la posible formación de coágulos.

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